Si bien la conducta de Cristina Fernández de Kirchner no ha sido la esperada en muchas ocasiones, durante la gira por Angola se pudo ver a una Presidente aún más histriónica. En varios círculos donde la política tiene cabida, se ha escuchado preguntar insistentemente qué le pasa a Cristina. Ésa es una respuesta que sólo podría darla ella. Especular sobre su salud y sus consecuencias no aporta demasiado al análisis, aunque en los países civilizados esos asuntos sean de interés público, y se informe oportunamente a los ciudadanos.
Y es que la Presidente “vendió” en África, una Argentina desconocida incluso para los propios habitantes de esta geografía. Cuando es sabido que Angola es uno de los países más corruptos, cuyo presidente se mantiene desde hace 32 años en el cargo, y en las calles se observa la desnutrición y la miseria, para nuestra mandataria, ambos países “deben estar más unidos que nunca para enfrentar este mundo nuevo”.
Más grave todavía resultó escucharla decir, hasta con un toque algarabía, que “tenemos tantas identificaciones con Angola” por lo cual es necesario estrechar vínculos y fomentar el comercio y la economía. Estudiando la historia, la cultura, la idiosincrasia de ambos territorios, no hallé el parangón que nos identifica. Quizás, Cristina Fernández encontró allí, una fotografía similar a la que podría llegar a haber en estos pagos cuando la “profundización del modelo” deje en plena evidencia sus consecuencias.
Tampoco se trata de contradecir a la Presidente, y posiblemente, se estaba refiriendo a la corrupción inmersa dentro del gobierno angoleño. Ahí sí, es fácil hallar coincidencias entre los dos suelos. ¿Habrá sido entonces, un sincericidio de Cristina?
El remate final que hiciera de los productos nacionales, se pareció a un comercial de Sprayette “Llame Ya”, y hasta despertó reminiscencias de la infancia cuando, por la playa, pasaba el heladero gritando a los cuatro vientos: “Hay palito, cucurucho, bombón, heladoooo” Y todo para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero. Se fracasa en todo intento de graficar ese grotesco, razón por la cual creo que es una buena síntesis para saber qué pasa y qué pasará en estas latitudes observar el video de la conferencia de prensa, todo un acto de stand up como impone la moda del momento.
Triste resulta que todo el circo derive finalmente, en una realidad moralmente deleznable, pues mientras la Presidente hablaba de las virtudes argentinas, del “país de buena gente”, representantes de La Salada vendían alpargatas de 8 pesos a 10 dólares. Y aún más grave fue la actitud de un puntero político que, sin escrúpulos, fotografiaba a chiquitos descalzos, ofreciendo medias bordadas con la única consigna fija que tiene hoy el oficialismo. La obsesión les ciega toda razón.
Simultáneamente a este espectáculo dantesco, en las calles de la ciudad se veía a la gente desesperada por regresar a sus casas. Ni trenes ni subtes cumplían el servicio, y las filas para tomar colectivo eran similares a las que vimos cuando la tarjeta SUBE era una suerte de pasaporte al paraíso… Si comparamos, Poncio Pilatos era un nene de pecho.
Deberíamos preguntarnos si acaso, Cristina Kirchner, tiene derecho a hacer lo que quiera como lo viene haciendo. La respuesta es diferente para la jefe de Estado y para la gente. La dama está convencida que el 54% de los votos fue un cheque en blanco otorgado para que obre cuál Aladino con la lámpara frotando… El pueblo no lo considera de ese modo pero no tiene voz. Sólo tiene, cada x cantidad de años, voto que una vez depositado en la urna, tampoco le será propio.
A propósito del voto, detrás del anuncio de Florencio Randazzo afirmando que “se podrá votar con cualquier documento”, se deja ver un manto turbio. Pero es cierto, ¿qué puede hacer el argentino medio que pierde horas esperando un micro? Ese ciudadano está pensando en cómo llegar a fin de mes sin que la inflación se lo coma a él, está analizando cómo viene la mano con el trabajo porque hay despidos, y van aumentando los desempleados… Y está queriendo llegar a destino sin que una bala le perfore la sien, el corazón o el hígado.
Al unísono, su Presidente está pensando como asegurarse el 2015 y sacar en las legislativas, un 45%…
Ese ciudadano no puede levantar el teléfono y llamar a la Ministro de Seguridad porque tiene un problema de personal. Ni ésta va a ofrecerle custodia las 24 horas. La categórica diferencia entre ciudadanos de primera y de segunda vuelve con inusitada vigencia. Imposible pensar en la Argentina una dirigencia que emule a aquel empresario italiano que intentó vivir con el sueldo que pagaba a sus empleados y a la semana advirtió que no había posibilidad de hacerlo.
Pero debería quizás, adentrarme en las internas de la provincia de Buenos Aires y comentar que Daniel Scioli es tan deleznado como necesario para el kirchnerismo. O que Amado Boudou como fue “el elegido”, seguirá paseando por el mundo y cantando bajito aunque las evidencias y pruebas en su contra, se apilen en los despachos de los jueces comprados. Creer que el vicepresidente irá preso (al menos mientras dure el mandato) es no haber visto nada durante estos últimos 9 años.
La esencia y la naturaleza del “estilo K” no va a variar. Cada vez que se creyó en un punto de inflexión, por algún acontecimiento repentino que sacudiera el piso, éste duró lo que dura la arena entre los dedos. No se puede pretender ya, tener con estos políticos, un gobierno en serio. Si podría lograrse que, al menos, tuvieran la virtud del disimulo: y que Boudou no apareciera en todos los actos riéndose socarrón como enfrentándonos, que Cristina Kirchner hablara menos para que el descrédito no siga subiendo, que el índice del INDEC no lo griten a los cuatro vientos porque es un cachetazo a ese ciudadano, sí, el que estaba en la fila esperando el micro…
Está claro que la corrupción, la viven y disfrutan con libertad absoluta. Pero no les basta, necesitan hacer ostentación de la corrupción pues es también su manera de deleitarse, de vengarse. Y a esta altura, ya se sabe que a la perversión es muy difícil ganarle…
Iniciando la semana de Mayo, estamos prácticamente igual que en época del Virreinato. El pueblo sigue esperando saber de qué se trata, o al menos saber en cuánto tiempo más la identificación con Angola será real.
Gabriela Pousa. Licenciada en Comunicacion Social y Master en Economia y Ciencias Politicas*