De noviembre a esta parte ocurrieron dos factores que han hecho que los vendedores cuenten con una mayor disposición a concretar operaciones, ya sea aceptando ofertas con alguna quita sobre el valor solicitado, o financiando parte de la operación en favor del negocio. Esos dos factores fueron la restricción cambiaria y la sequía.
En un principio pensamos que enero sería la continuación del estancamiento impuesto por la dificultad de los compradores de conseguir billetes desde el mes de noviembre; sin embargo, la tendencia se revirtió y muchos interesados aprovecharon sus escapadas a la costa para consultar por fracciones. La sequía, por su parte, modificó los contratos de alquiler, con natural tendencia a la baja, y si bien no significó una disminución en los valores de los campos, sí implicó una mayor disposición a la venta.
Febrero será un mes para recoger aquello que se vino sembrando en enero y que esperamos rinda sus frutos. La perspectiva que vemos en el corto y mediano plazo es alentadora.
Otro aspecto a resaltar, desde el lado de la oferta, es la predisposición de los inversores a vender campos en la provincia de Buenos Aires, a 200km a la redonda de la Capital Federal, donde entienden que los valores han llegado a su techo histórico de 5000 a 6000 dólares la hectárea para campos de tradición ganadera y hoy mixtos. Estos inversores buscan hoy de posiciones en el norte argentino, donde la tecnología de pastos mega térmicos, por caso, posibilitó pasar de contar con una vaca cada cinco hectáreas a una por hectárea. Allí se consiguen actualmente oportunidades de entre 1500 y 1800 dólares la hectárea.
En conclusión, la perspectiva actual es buena y las oportunidades son muchas.
* Titular División Campo de O’Keefe