Los más de cuatro meses de conflicto entre el agro y el Gobierno parecen haber concluido el jueves por la madrugada, cuando el vicepresidente de
Así concluyó el legado del ex ministro de Economía, Martín Lousteau, que de la categoría de garrafal error técnico fue llevado a crisis política, económica y social desde el Poder Ejecutivo.
El costo para el país y el Gobierno ha sido enorme. Si se quiere, el vicepresidente Cobos le ha prestado un invalorable servicio a su compañera de fórmula poniéndole punto final al conflicto.
Es una lectura particular y difícil de digerir, sobre todo por el esfuerzo que hizo el kirchnerismo hasta último momento para ganar la votación senatorial.
Pero de haber ganado la ratificación de la 125, sólo hubiera sido esperable más conflicto.
Lo lógico mientras escribo estas líneas es que el PEN derogue la resolución y sus modificatorias y todo vuelva a quedar como lo había dejado Peirano. Pero, ¿muerto el perro, se acabó la rabia?
Decimos en el título que se cierra un capítulo, pero se abre otro. La hipótesis es que el ruralismo, o al menos una parte de él, irá por la consolidación de metas en materia de política agropecuaria, aprovechando el envión del triunfo.
La pregunta es si podrá hacerlo de manera unificada o el hasta ahora monolítico frente va a empezar a mostrar rajaduras.
Si alguna virtud tuvo el Gobierno fue unificar el no de las entidades. Como un resorte que acumula energía cuando lo contraen, los embates del kirchnerismo eran absorbidos en forma de energía potencial acumulada.
Ahora el resorte se liberó, y si no aparece una nueva fuerza de signo opuesto, ¿podrán las cuatro entidades volver a acumular energía pero esta vez para una propuesta común?
Particularmente,
La 125 se cayó y aparece la oportunidad de ir por los reclamos del ruralismo en materia agropecuaria: política lechera, de carnes, arrendamientos, segmentación de retenciones según escala de producción, etcétera, etcétera.
La habilidad de los líderes de las entidades -si asumen la búsqueda de estas metas- será la construcción de las propuestas sin entrar en colisiones internas de intereses.
Si nos guiamos por la historia, al menos de los últimos años, no parece algo factible. Sin embargo, los nuevos vientos de cambio hacen que hoy nada parezca imposible.