El enfrentamiento entre el campo y el Gobierno cambió el panorama económico previsto para este año al mismo tiempo que revolucionó el mapa político.
Luego de 80 días de conflicto se registró la mayor fuga de depósitos en el sistema bancarios (se calcula que los bancos ya perdieron alrededor de u$s1.000 millones), después de la crisis de 2002, por eso hoy las entidades ofrecen tasas de interés que llegan a un tope máximo de hasta el 18% para depósitos de un año o más o del 17,5% por seis meses para retener a los ahorristas.
En lo que se refiere a pequeños inversores desde $300 ofrecen una tasa que se ubica entre el 12 al 13,5% para depósitos de 30 días en adelante.
Ante este panorama el ahorro bancario está volviendo a ser una alternativa interesante, pero en este contexto los rumores de un nuevo corralito influyen directamente sobre la confiabilidad de los ahorristas tan resquebrajada post 2001.
En la misma línea y para ajustar sus variables los bancos se vieron obligados, ante la pérdida de liquidez, de incrementar las tasas que cobran para créditos personales e hipotecarios.
Así es que en las últimas semanas varios bancos subieron sus tasas entre 3 a 5 puntos porcentuales, lo que se traduce como un incremento del 20 al 30% sobre los valores anteriores. Al mismo tiempo se acortaron los plazos para el otorgamiento de créditos y varios estarían evaluando eliminar las tasas fijas.
Por su parte el BCRA también incrementó la tasa de interés para los créditos hipotecarios llevándola del 10,50% al 11,25%, fija por tres años. En los últimos años la entidad actuaba como una suerte de referente que obligaba a los bancos privados a bajar sus tasas para poder competir.
Al mismo tiempo la operatoria para el descuento de cheques de pago diferido en la Bolsa también incrementó sus tasas alrededor del 5% y achicó los plazos.
Para 30 días la tasa ronda una quita de entre el 17 al 22% y para 60 días ésta llega hasta el 24%, mientras que a partir de los 120 a 180 días no se están realizando operaciones. Esta situación bajó las operaciones porque las tasas son poco convenientes para los tenedores y afecta directa mente en el acceso al capital de las empresas.
Otro tema que se convirtió en una preocupación en los últimos meses es el sostenimiento del precio del dólar. Desde que comenzó el conflicto las reservas de la entidad disminuyeron u$s1.600 millones y se ubican en u$s48.860 millones. En las últimas jornadas la entidad tuvo que vender para mantener el valor de la moneda en el mercado interbancario.
La intervención del Central desde mediados de abril hasta el 16 de mayo promedia los u$s83 millones diarios, cuando en meses anteriores el promedio se ubicaba en alrededor de u$s20 millones.
Todas estas variables demuestran la intranquilidad que hay en los mercados financieros a raíz del conflicto entre el campo y el Gobierno. Incluso el viernes 23 de mayo cuando trascendió que en la reunión que mantuvieron las entidades con el jefe de Gabinete y el ministro de Economía se llegaría a un acuerdo, los mercados actuaron positivamente y el precio del dólar se mantuvo sin demasiada intervención del Central.
En lo que respecta meramente al sector agropecuario y su pata agroindustrial, desde el comienzo del conflicto las páginas de Infocampo reflejaron la caída en la productividad de distintas actividades como la avícola, ganadera, molinera y remates, entre otras, sin olvidarse por supuesto de los mercados de futuros y la actividad portuaria.
En este contexto también se frenó el aluvión de fideicomisos financieros que estaban lanzando las empresas de insumos para securitizar sus cuentas por cobrar al mismo tiempo que ofrecían crédito a más largo plazo a sus clientes.
Las empresas exportadoras como AGD, Molinos y Bunge también utilizan esta herramienta financiera para la originación de granos a través de contratos con productores.
Lo que a fines de 2007 se había convertido en una constante en los negocios agropecuarios hoy desapareció totalmente de la Comisión Nacional de Valores (CNV) y sólo quedaron aquellos relacionados a préstamos personales.
Yanina Otero