“Nuestra percepción es que el negocio de tratamiento de semillas en la Argentina está dividido en dos. Por un lado, el que sigue haciendo el productor en el campo, mayormente con semillas de soja y trigo, y por otro, lo que ocurre con las de maíz y girasol, que cada vez incorporan más tratamientos ya desde el semillero mismo, asegurando la cantidad de producto activo para control de hongos e insectos.”
La reflexión inicial para este artículo es del gerente de Productos de Syngenta, Mauricio Morabito, quien asegura que la tendencia a incorporar más tecnología de protección desde la semilla está en aumento.
El costo para el productor, por ejemplo, en una semilla de maíz tratada con insecticida es de unos 4 dólares, esto es, alrededor de un 5% del costo total de la bolsa.
Infocampo aprovechó para dialogar con el señor Morabito con el objetivo de desmenuzar la visión de mercado de la empresa y para analizar algunos conceptos del simposio que Syngenta organizó hace unos días sobre tecnología en tratamiento de semillas.
Datos extraoficiales marcan que entre 2006 y 2007 se registró un incremento en las semillas tratadas con insecticidas en el semillero entre un 50 y un 60%. “Y creemos que es un mercado, el del tratamiento de semillas con insecticidas, que seguirá en crecimiento, sobre todo en maíz”, explicó. Vale recordar que en este cultivo, gran parte de las semillas se tratan con fungicidas.
Al ser consultado sobre el panorama que vislumbra par la campaña 2008/09 consideró que “el maíz va a tener buen valor porque en EE.UU. se espera una reducción del área de siembra en favor de la soja, lo que hará que en Argentina el cereal, al menos, mantenga su área”; en girasol, se espera un incremento del 5% empujado por los precios.
En lo que respeta al simposio de actualización técnica, realizado hace unos días en Melincué, Santa Fe, contó con disertaciones de especialistas nacionales e internacionales sobre tratamiento de semillas.
Uno de los expertos destacados fue Benoit Hussherr, gerente mundial de Syngenta sobre tecnologías de aplicación para el cuidado de semillas, quien presentó las mediciones y los equipos que desarrollan “para que cada semilla reciba la dosis justa de producto, ni más ni menos”. En ese sentido comentó las acciones y los equipos especiales que han desarrollado para lograr uniformidad y adherencia, teniendo en cuenta la diversidad de tamaño y textura de cada semilla.
Por su parte, Joao Carlos Nunes compartió su experiencia en Brasil sobre la problemática de insectos en implantación de maíz y sorgo, a partir de lo cual aconsejó realizar evaluaciones tempranas. Sobre ello, coincidió con el cordobés Roberto Peralta en que cada vez es más frecuente la chinche de los cuernos, aunque ambos sugirieron cuidarse también de los gusanos blancos, gusanos alambre, trips y de las chinches verdes, entre otros insectos de suelo y plagas foliares tempranas.
‘Este puede ser un año de riesgo para las semillas de maíz, por la sequía que colaboró para una presencia elevada de insectos’, advirtió la fitopatóloga Mercedes Scandiani, teniendo en cuenta otra clave: el cuidado de la semilla es un ciclo que comienza en la cosecha. Ese punto crítico está próximo en los casos del maíz y el girasol, los dos cultivos que concentraron la atención del encuentro.
Otro de los problemas que reconoció Scandiani, por la utilización de granos de maíz en la elaboración de alimentos y forrajes, es la contaminación con micotoxinas. ‘No se ven pero tienen efectos cuando comemos. Debido a ello es probable que en algún momento tengamos dificultades para vender los granos como alimento’, advirtió.
Consideró que ‘la implementación de medidas para prevenir la proliferación de hongos, tanto en condiciones de campo como de almacenaje, es un importante aspecto para tener en cuenta con el fin de reducir la exposición de los consumidores a estas toxinas y mejorar la competitividad del producto en mercados internacionales’.
Respecto del control con fungicidas, la fitopatóloga Margarita Sillón brindó un amplio panorama. Las dos últimas campañas en cuanto al manejo de enfermedades foliares en maíz y girasol, con promisorios datos sobre el control de patógenos, en particular la roya común y los tizones foliares, por efecto de los fungicidas. ‘Hemos observado diferencias de rendimiento en maíz y girasol de hasta 800 kg/ha’, afirmó.