Con la consigna de nada se tira, todo se aprovecha, el negocio de los subproductos animales sigue sumando variantes al portfolio de productos que se comercializan tanto en el mercado interno como en el internacional. De los subproductos bovinos, los más conocidos son el sebo, el hueso y el cuero. Menos conocido es el negocio de la sangre.
A la materia prima se le realiza un proceso de secado y luego se la comercializa en bolsas de 25 kilos, igual que la leche en polvo. Al mismo tiempo también se puede separar la hemoglobina y el plasma que se pasteuriza, se concentra y se seca. En definitiva se obtiene un concentrado de proteínas.
La pregunta entonces es, ¿para qué se utilizan estos productos? Los destinos abarcan desde la nutrición de mascotas (perros, gatos o peces) hasta las industrias de panificados (galletitas o merengues), alimentaria (pastas, helados, quesos o sopas), química (pegamentos o detergentes) y farmacoquímica ( suplementos de hierro para alimentos y fármacos y obtención de albúminas).
De la sangre entera en polvo a su vez se obtiene otro subproducto que es una base ligante para la fabricación de morcillas.
Roberto Gay, titular de Yeruvá, empresa que cuenta con su planta industrial en la localidad de Esperanza, Santa Fe, y que se dedica precisamente a la industrialización de la sangre bovina, porcina o aviar, explicó a Infocampo los pormenores de esta actividad.
En primer lugar la sangre proviene de los frigoríficos, en donde la compañía cuenta con un sistema de extracción y enfriamiento, que luego pasan a retirar camiones que la llevan a la planta de procesado.
Gay detalla que la sangre que sale del frigorífico se paga entre u$s0,10 a 0,75 el kilo, dependiendo del impacto del flete y teniendo en cuenta que la materia prima no se puede transportar a más de 400 km de distancia porque puede perder sus cualidades.
La empresa recolecciona 3,5 millones de litros de sangre por mes, en su gran mayoría de ganado bovino (a razón de 11 a 12 litros por animal) y en menor grado de cerdos y pollos.
Actualmente Yeruvá retira sangre de 91 frigoríficos ubicados en las provincias de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y el norte de Buenos Aires. Para conservar el radio de distancia óptimo de la sangre también cuenta con plantas industriales de menor escala en Río IV (Córdoba), General Pico (La Pampa) y Capitán Bermúdez (Santa Fe).
El problema que debe afrontar esta industria es sin lugar a dudas la disponibilidad de la materia prima. Todo depende de la faena que realicen los frigoríficos abastecedores. El titular de Yeruvá cuenta que cualquier medida que afecte la faena bovina impacta lógicamente en su capacidad de producción. Al mismo tiempo, la calidad de la sangre que sale del frigorífico tiene que cumplir con estrictas normas de calidad, y si pierde mínimamente la cadena de frío ya no puede ser procesada.
Gay detalla que los volúmenes de ventas de la empresa están en el orden de las 650.000 toneladas al año. El 50% de su producción es volcado a la exportación que incluye destinos en Asia, Sudamérica y África. El 50% restante se destina al mercado interno siendo las industrias alimentarias y las fábricas de alimento balanceado para mascotas sus principales compradores.
El valor que se paga por el producto es muy variable, depende de la calidad de la materia prima y de qué proceso industrial se le aplicó.
Según Gay el más económico es la sangre entera o la hemoglobina que se utiliza para la alimentación de pollos y se cotiza a 0,60 de dólar el kilo de producto. En cuanto a la línea premium destinada a la industria alimentaria o la farcoquímica puede alcanzar un valor de u$s3,40 el kilo. Otro dato a tener en cuenta es que según Gay hay sobredemanda del producto.
Yanina Otero