El Siffab es la sigla del Sistema Federal de Fiscalización de Agroquímicos y Biológicos, que funciona en el ámbito del Senasa, más exactamente dependiendo de la Dirección Nacional de Fiscalización Agroalimentaria y, dentro de ella, de la Dirección de Fiscalización Vegetal.
Alejandro Fernández es un ingeniero agrónomo con una larga trayectoria en la función pública, que se desempeña como coordinador de este programa.
El miércoles 25, recibió a Infocampo para conversar sobre el trabajo que viene haciendo desde este programa, importante para la salud del comercio de productos fitosanitarios y fertilizantes.
-¿Cuál es la principal acción del sistema?
-Además de la capacitación de agentes, realizamos inspecciones de rutina a comercios y depósitos de agroquímicos, en lo que se refiere a los productos, y también actuamos frente a denuncias.
-¿Qué se controla?
-Primero que el producto esté registrado y luego que se encuentre correctamente identificado, por ejemplo que la etiqueta posea el número de registro, fecha de vencimiento, número de lote. Esto último es muy importante porque es lo que permite hacer la trazabilidad del producto. Que la etiqueta no tenga número de lote es considerado una falta grave
-En el último año, ¿cuántas inspecciones han realizado?
-Unas 80, pero con el trabajo coordinado con las regionales y el resto de los agentes que se estuvieron formando pensamos triplicar ese número en 2008. Estamos hablando de unas 70 inspecciones de rutina en las principales provincias.
-¿Cuál es el número de comercios de agroquímicos que hay en el país
-Son muchos, pero no tengo el número, porque el registro de los comercios los llevan las provincias. Lo que ocurre es que hay un efecto dominó interesante, porque rápidamente se sabe que estamos fiscalizando. Eso lo podemos ver, porque al principio se encontraban más productos en falta y progresivamente ha ido disminuyendo. Cuando salió la Resolución 1.230, sobre trazabilidad, había muchos remitos que no consignaban número de lote, y hoy ese número va disminuyendo.
-¿Cómo se elige el comercio a fiscalizar?
-Las actuaciones de rutina tienen que ver con el calendario agrícola y la región. Por ejemplo, en la siembra de trigo vamos a las principales zonas y nos enfocamos en productos relacionados, por ejemplo, el metsulfurón. Cuando llega la época de controlar chinches en soja, hacemos otro tanto con los insecticidas. Pero el comercio a fiscalizar lo deciden los inspectores.
-¿Cuántas denuncias reciben?
-Son pocas. Diría que no más de diez por año. Lo que pasa que las actuaciones en ese caso son complejas. Si una inspección de rutina lleva dos horas, en una denuncia a lo mejor son dos o tres días por cada visita, porque hay que revisar documentación, etcétera, etcétera.
-¿Qué se suele denunciar?
-La existencia de productos no registrados o adulterados. En este último caso hay que extraer muestras, inspeccionar envases, realizar análisis. Es una tarea compleja, que implica hacer trazabilidad y donde hay que andar mucho.
-¿Qué es lo que se encuentra en las fiscalizaciones?
-Lo más grueso que encontramos fue producto adulterado, con menor concentración del principio activo. Menos de la mitad incluso. También hemos encontrado productos presuntamente contrabandeados, pero en esa instancia ya se pasa a un plano judicial.
-¿La denuncia es anónima o no?
-Puede ser de las dos. Pasa que hay como una tendencia, por distintos motivos, a no denunciar. A veces se hacen denuncias generales, pero cuando les pedimos especificaciones no dan ninguna precisión.
-¿Algún tema sensible?
-Sí. Existe un mercado de compra de envases de agroquímicos y no para destruirlos, precisamente, al punto que se paga más, casi el doble, por un envase que conserva la etiqueta que por uno que no. Esto es importante difundirlo porque es el punto donde se inicia un proceso de adulteración y falsificación de productos, y los productores, así como los aplicadores, tienen que estar al tanto de esto.