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Uvas: La integración es la clave

El principal desafío que deben afrontar los viñateros hoy para obtener una mejor rentabilidad es avanzar en la integración, ya que se trata de una actividad muy atomizada.

El principal desafío que deben afrontar los viñateros hoy para obtener una mejor rentabilidad es avanzar en la integración, ya que se trata de una actividad muy atomizada.
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Según datos de Guillermo García, gerente de la Corporación Vitivinícola, hay unos 25.000 productores, de los cuales alrededor de 5.000 trabajan en forma cooperativa, el grueso restante varía de comprador año a año.

El precio de la uva para vinificar se mantuvo estable en los últimos tres años entre 0,35 y $ 2, según la variedad y la calidad. Los productores señalan que son muy pocos los contratos firmados con las bodegas y generalmente no se establece un precio de antemano, en algunos casos se realizan adelantos para la compra de insumos, durante el ciclo del cultivo, que es supervisado por la bodega. “El poder de negociación de las bodegas es muy fuerte, y el crecimiento es más difícil porque se incrementaron los costos de la mano de obra que representa el 60% del total y del valor de la tierra. La hectárea en 1990 en el Valle de Uco valía u$s300 y hoy puede pagarse u$s8.000”, comentó Shirley Hinojosa, propietaria de una finca de 50 hectáreas en esta región mendocina. La franja precordillerana de Mendoza es la más cotizada porque permite desarrollar variedades de mayor calidad. La implantación de un viñedo en Tupungato o Luján puede costar hasta 20.000 u$s/ha; en cambio hacia el oeste provincial, donde el clima es más cálido, el costo se puede reducir a 3.000 u$s/ha. Si bien en los últimos seis años Mendoza evolucionó hacia la producción de variedades tintas de alta calidad, de 300 M/kg a 700 M/kg, en las que se destacan las variedades Malbec, Bonarda y Cabernet Sauvignon: la producción de vinos no varietales ocupa el 65%.

En San Juan, la producción de uvas blancas es superior a la de tintas. En la última campaña se obtuvieron 220 M/kg de blancas, de rosada 287,30 millones de kilos (M/kg) y de tintas 163,70 M/kg. Pese a estos datos San Juan repite la tendencia de Mendoza: las uvas tintas de alta calidad crecieron en el mismo período de 41 M/kg a 160 Mg/kg, en los valles de Tulum, Íllum-Zonda y Pedernal, donde se concentra la mayor superficie cultivada.

“La uva común sigue siendo negocio”, dice José Manuel Ramos, quien integra la Asociación de Viñateros de San Juan y explica “el insumo para mosto se paga 0,35 $/kg, un parral que produce 50.000 kg/ha genera 17.500 $/ha. En cambio la uva fina, un Syrah, que produce 15.000 kg/ha la pagan 0,50 $/kg, a lo sumo, porque se fija en relación a la uva común, y da 7.500 $/ha”, evaluó Ramos, propietario de Ictícola Cuyo SA y comentó que junto con otros 24 productores están armando una cooperativa para la elaboración del vino. Además de las vides de calidad, también crecieron los rindes, “en San Juan treparon de 14.000 a 18.000 kg/ha”, aseguró Hugo Carmona, técnico del Instituto Nacional de Vitiviniltura. En Mendoza el rinde promedio, indicó García, se ubica en los 13.000 kg/ha gracias a las mejoras en productividad, aunque “hay un techo agrotecnológico del 20%”.

La innovación tecnológica fue clave en este proceso. A principios de la década del noventa, con la paridad cambiaria, algunos productores pudieron comprar los sistemas de riego por goteo, lo cual les permite regar 50 ha, incorporaron vides de pie injertado, espaldaderos verticales, adoptaron mayor distancia entre plantaciones (que sirve para la cosecha mecanizada, que aún es muy incipiente) y también en Mendoza se avanzó con la instalación de las mallas antigranizo (en San Juan las probabilidaes de este riesgo son más bajas).

La tecnología trajo consigo cambios de manejo. “Desapareció la figura del tractorista y surgió un puesto más especializado en el riego y un tractorista”, explicó Hinojosa. De todos modos, de las 153.000 hectáreas en Mendoza, unas 22.000 utilizan el riego sistematizado y en San Juan son sólo 5.000 ha, todavía el riego superficial es mayoritario. Además, hoy les resulta más difícil a los productores poner un equipo en funcionamiento, porque cuesta entre 6.000 $/ha a 7.500 $/ha. Por otra parte, âlos los valores para las mallas antigranizo van desde 10.000 $/ha, inaccesible para pequeños viñaterosâ, señaló Aníbal Catania, técnico de la EEA Inta Luján de Cuyo.

Sin embargo, las nuevas plantaciones que se están instalando en la zona cuyana se realizan con tecnología de punta, algunas de capitales nacionales y otras inversiones se hacen en bodegas, promovida por capitales extranejeros, principalmente estadounidenses, europeos y chilenos, que en los últimos años cobraron interés en la producción vitivinícola.

Alexia Gimenez
agimenez@infocampo.com.ar

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