La continuidad en los altos precios del barril de petróleo y la preocupación cada vez mayor por el calentamiento global, producto entre otras cosas del consumo de combustibles fósiles, ha llevado a este tipo de iniciativas.
La empresa Syngenta, por ejemplo, deposita sus expectativas para el 2008 en comenzar a vender un maíz genético dirigido a la producción de etanol. También es el caso de DuPont y Bunge, que anunciaron recientemente un joint venture para iniciar el desarrollo de poroto de soja para la utilización en biodiésel y en otras aplicaciones industriales.
Las mejoras genéticas, en el caso del maíz, posee la ventaja de incorporar el alfa amilasa directamente en el grano, evitando el agregado de este insumo en el proceso de fabricación del etanol y posibilitando, de esta manera, una reducción en los costos de la producción del mismo. Dicha reducción impulsaría aún más el consumo de maíz para etanol, ya que implicaría una disminución en el precio de indiferencia con el petróleo, esto es, incluso con un nivel más bajo en el precio del crudo continuaría siendo beneficioso para continuar produciendo etanol.
El desarrollo de energía sobre la base de cereales y oleaginosas podría significar un nuevo uso en la ingeniería genética, que por años estuvo en la búsqueda de plantas resistentes a los insectos y a los herbicidas. Ahora también incluirían en sus metas productos específicos para la utilización en la industria de etanol y biodiésel.
Algunos estudios también sugieren que el uso del etanol podría ayudar a disminuir el calentamiento global porque la producción de etanol absorbe el dióxido de carbono.
Hasta ahora, mucha de la atención de bioenergía se ha centrado en mejorar los procesos químicos para producir etanol. Pero si los biocombustibles son utilizados para disminuir el consumo de petróleo, entonces las nuevas producciones de cultivos deben ser mejoradas para proporcionar más energía por hectárea.
Tales perspectivas comienzan a alarmar a algunos ecologistas que temen que la producción de maíz, en vez de ser destinada para la alimentación, sea utilizada como combustible para automóviles.
Días atrás, Maizar presentó un conjunto de metas para sentar las bases para el desarrollo exitoso del etanol producido a partir de maíz en la Argentina, aumentando el uso de energías renovables en detrimento del uso de combustibles fósiles por un lado y la posibilidad de contar con semillas específicamente destinada a la producción de etanol, por el otro.
Beneficio
Estas nuevas tendencias traerán una mejora en la ecuación costo-beneficios, además de una disminución del efecto negativo que provocan las retenciones al mercado. Por otra parte habrá un aumento en el valor de las tierras.
Luis María López
Director de Wingrain
