El problema tiene epicentro en el extremo norte de Salta, en el área de Tartagal. Comienza en 2003 cuando los productores notan que la maleza sobrevive a la aplicación del glifosato, pero lo atribuyen a fallas en la aplicación o en el producto.
Recién tres años después confirman que la maleza, por algún mecanismo que todavía no se pudo determinar con precisión, adquirió resistencia a este herbicida. Cuando el Senasa toma conocimiento de la situación, convoca a dos expertos internacionales en resistencia de malezas, Jonathan Gressel y Bernal Valverde, quienes realizan una auditoría durante junio de este año y elaboran un informe preliminar, que se presentó en ocasión de este taller.
Funcionarios del servicio sanitario, como Diana Guillén y Silvia Passalacqua; investigadores como Esteban Hopp (Inta), Eduardo Leguizamón (UN de Rosario) y Claudio Ghersa (UBA); miembros de la industria, como Guillermo Mentruyt (Dow), Julio Delucchi (Monsanto) o Earle Gastaldi (Bayer), por nombrar sólo algunos, participaron de este taller.
La situación actual podría definirse por medio de los siguientes indicadores:
a) En Salta el sorgo de Alepo resistente a glifosato (SARG) está detectado en campos que implican una superficie de 17.000 hectáreas, entre Tartagal y Pichanal (cruzando el río Bermejo), con epicentro en Cornejo. El âperifocoâ involucra a otras 91.000 hectáreas.
b) En Tucumán hay un solo caso confirmado, cerca de Estación Aráoz, próximo al límite con Santiago del Estero. Se trata de un campo del Crea Buena Vista, que tiene afectado un solo lote de 75 hectáreas, con un 35 a 40% afectado.
Los productores presentes en la reunión mostraron qué tan rápido aparece el SARG en esta región. Uno de ellos comentó que venía alquilando un campo de 950 hectáreas, que hasta la campaña 2003/04 no había manifestado problemas de control de malezas.
Por cuestiones coyunturales, en la campaña 2004/05 no lo alquiló. Cuando volvió a tomarlo en la 2005/06 se encontró con tres potreros fuertemente infestados con el SARG.
La sospecha sobre la difusión apunta a la maquinaria, tanto a las cosechadoras llevando semillas de un campo a otro, como a las sembradoras, esparciendo los rizomas dentro del lote. Pero en realidad, la discusión de los especialistas dejó en claro todos los puntos que restan por resolver, a saber:
1.- Si se trata de un sola mutación de SARG que adquirió la resistencia y que luego fue diseminándose, o si la resistencia apareció simultáneamente en la zona. Por medio del análisis de ADN se buscará dilucidar esta cuestión.
2.- Se conoce el área afectada, pero se carece de un relevamiento exhaustivo para determinar si hay más campos infestados con el SARG, que todavía no han sido declarados.
3.- Hay que determinar cuál es el manejo integrado que logra controlar el SARG. Esto implica tanto prácticas culturales como aplicación de distintos herbicidas.
4.- Falta determinar también el mecanismo por el cual la maleza adquirió la resistencia y verificar si el SARG reproducido de la semilla (no del rizoma o la corona) también es resistente.
A partir de estos y muchos otros aspectos, un grupo de expertos públicos y privados trazará un plan de acción para revertir el problema.
