El viaje pretendía “retomar el intercambio y la cooperación técnica” con organismos franceses similares al INTA, destacó en una conferencia de prensa su presidente, Carlos Cheppi. De lo firmado destaca un “acuerdo marco” con el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) “para ampliar el trabajo que ya tenemos, señaló Cheppi, tras recordar que la colaboración con esta institución tiene ya cuatro décadas de historia. Ese convenio, que tiene un carácter “general”, debe entrar ahora en una segunda fase en la que los técnicos le den un contenido concreto, aunque de entrada el INRA ha propuesto financiar que becarios argentinos se capaciten en centros franceses. Más concreto es el convenio rubricado con el Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (CIRAD), referido a un estudio que se lleva a cabo sobre el sistema de competencias y el sistema ganadero en el sur de la provincia de Buenos Aires. Con el Centro Técnico Interprofesional de Frutas y Hortalizas (CTIFL) se ha renovado el trabajo que ya se hacía en común con el INTA, en particular sobre los cultivos del cerezo en Patagonia y el tomate en la región de Buenos Aires, lo que incluye un protocolo para la certificación de productos. El organismo argentino también ha avanzado en Francia, mediante compromisos con las universidades de Versalles y Toulouse, en su proyecto de crear un posgrado en desarrollo rural, y en la puesta en marcha de un laboratorio multidisciplinar para articular la investigación también en desarrollo rural. Cheppi, que se reunió con el presidente del complejo investigador Agrópolis en Montpellier, aludió a la posibilidad de colocar allí una antena del INTA o a algún técnico. El presidente insistió en que “hoy estamos en condiciones de financiar todos estos trabajos” y recordó que desde 2002 se ha quintuplicado el presupuesto del INTA, que en tres años ha incorporado a 1.000 personas. Señaló el interés en aprovechar las experiencias francesas en el terreno agronómico, y sobre todo en los asuntos que se consideran prioritarios para Argentina: las biotecnologías, la gestión ambiental, la inocuidad y la calidad de los alimentos, la capacitación para el desarrollo rural y las bioenergía. Preguntado sobre las reticencias sociales en Europa, y en particular en Francia, a los transgénicos, Cheppi contestó que en Argentina “estamos apostando muy, muy fuerte por las biotecnologías” que no se limitan a los organismos genéticamente modificados, y se mostró convencido de que ese debate estará cerrado en ocho o diez años.
