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Pimiento para pimentón

Don José Talavera Martínez, un español de Andalucía que se afincó en estas tierras del NOA varias décadas atrás, es un verdadero referente del cultivo de pimiento para pimentón y su posterior proceso de industrialización. En la siguiente nota, publicada en la revista El Federal, la historia de este referente productivo.

Don José Talavera Martínez, un español de Andalucía que se afincó en estas tierras del NOA varias décadas atrás, es un verdadero referente del cultivo de pimiento para pimentón y su posterior proceso de industrialización. En la siguiente nota, publicada en la revista El Federal, la historia de este referente productivo.
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Un poco decepcionado por la realidad que le tocó vivir tiempo atrás, Don José está casi retirado. Aún así muestra con entusiasmo un viejo molino similar a los que utilizan en España, con capacidad para moler unos 600 kilogramos diarios. En el mismo ámbito, una importante cantidad del producto espera el momento de su comercialización.

La reducida escala de producción, ha llevado a que este cultivo tuviera una implicancia social muy particular en toda la zona. Talavera señala que los Valles Cachaquíes, desde Santa María hasta Cachi, pasando por Cafayate, poseen las condiciones ideales para el desarrollo del pimiento para pimentón. Y agrega que precisamente Cachi, Payogasta, Hualfin y el valle de Yacaví, son actualmente los lugares con mayores posibilidades productivas.

Actualmente hay unos 1200 productores localizados en los valles Calchaquíes, que cultivan el pimiento para pimentón en un área cercana al millar de hectáreas. Desarrollan su actividad en superficies que oscilan entre 0.5 y 3 hectáreas, con rendimientos promedio de 1000 a 1200 kilogramos por hectárea. La producción se destina al mercado interno, que se autoabastece apenas con lo justo.

Asistencia a productores

La falta de rentabilidad, los bajos precios del mercado y algún tipo de monopolio ejercido por la industria, llevaron a que la calidad del producto sufriera deterioros. Es por eso que en 2005, la Dirección Nacional de Alimentos de la SAGPyA, a través de su Programa de Calidad de los Alimentos Argentinos (PROCAL), dio inicio a un proyecto piloto para asistir a grupos de productores primarios y molineros de los Valles Calchaquíes. En su formulación, participaron también numerosos técnicos de instituciones públicas y de una cámara del sector: CAEMPA.

Así, tras analizarse la situación imperante en 20 molinos de pimentón y tras realizarse visitas de diagnóstico a los diferentes establecimientos, se seleccionaron 5 de ellos que cumplían con las exigencias mínimas para llevar a cabo la implementación del proyecto propuesto.

En el caso de los agricultores, se comprobó la existencia de una escala que resulta menor a la mínima que torna rentable la explotación, lo que representa un marco de inestabilidad de la producción y de los actores que actúan. Son escasos los productores que cuentan con cultivos que superen las 10 hectáreas, lo que podría definirse como una unidad productiva razonable. Así, para asegurar la continuidad de los logros de este proyecto, el trabajo se debió focalizar en la capacitación de los encargados de transmitir conocimientos a los propios productores.

Resultados alentadores

A través de este proyecto, se lograron identificar y precisar dificultades, y dar soluciones en forma práctica y económica. Los molinos realizaron en conjunto mejoras por un monto no inferior a 30.000 pesos, que salieron de su propio financiamiento. Mediante esta inversión lograron mejorar la separación de zonas limpias y sucias, incorporar equipamiento para eliminar residuos y modificar el equipamiento para secado.

Más allá de las inversiones realizadas, los logros más importantes tuvieron relación con el mejor manejo y operación de las instalaciones existentes. De esta manera, se destaca la mejora en las prácticas de recepción de materias primas e insumos y el manejo higiénico de los productos.

Además, vale destacar que el recurso humano fue el factor más beneficiado por el proyecto. Se capacitó a los operarios de molienda y al personal jerárquico de cinco molinos, a 29 profesionales locales comprometidos con la extensión hacia el sector primario y a 55 agricultores. La capacitación representa un primer paso que, acompañado de una adecuada integración, colaboración y reconocimiento de ese esfuerzo por parte del comercio, implicará un importante efecto demostrativo sobre el resto de la comunidad de productores de pimiento para pimentón y en otras actividades intensivas de la región, como el anís y el comino.

Sólo de esa manera se podrá sostener una actividad tradicional de la zona que, como muchas otras economías regionales, sufrió los embates de una larga crisis que puso en riesgo la continuidad de más de un millar de productores minifundistas..

Textos: Juan Carlos Fola

Revista El Federal

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