Empresas de Australia, Nueva Zelanda, la India y EE.UU., entre otros países, pagaron sobornos a funcionarios de la ONU y al gobierno de Saddam Hussein para violar el embargo que pendía sobre Irak. Es uno de los mayores escándalos en la historia de la ONU.
El canciller indio fue obligado a renunciar y el ministro de Comercio australiano, Mark Vaile, podría terminar igual, si se comprueba el pago de sobornos a Irak y a funcionarios de la ONU durante el gobierno de Hussein, para que les compren alimentos violando el embargo internacional.
En 1996, la ONU estableció el programa “Petróleo por alimentos” para aliviar el impacto sobre la población iraquí de las sanciones impuestas tras la guerra del Golfo.
Pero el año pasado, un diario iraquí publicó una lista de cerca de 270 funcionarios de la ONU, políticos y ejecutivos de multinacionales que recibieron sobornos para permitir que se concretaran varios negocios “por izquierda”.
La investigación creció, y hoy son 2.250 las empresas acusadas de pagar sobornos y beneficiarse con ingresos de u$s 17.000 M. El Australian Wheat Board, órgano que monopoliza las exportaciones de trigo, es investigado por pagar injustificadamente más de u$s 100 M a una empresa fantasma iraquí. Fonterra, la principal empresa exportadora láctea de Nueva Zelanda, también está acusada de haber concretado ventas encubiertas de más de u$s 1.000 M. El senador estadounidense Norm Coleman, a cargo de una comisión investigadora, pidió la renuncia de Kofi Annan, el secretario general de la ONU, acusado de estar involucrado, pero su hijo, Kojo, recibió pagos de la empresa con sede en Suiza, Cotecna, investigada en el escándalo.
Sebastián Masana