Los primeros modelos requerían la intervención sobre el sistema hidráulico de la dirección, lo cual complicaba su instalación y lo restringía a un solo vehículo en el campo. Los productores insistían en la necesidad de contar con un equipo que pudiera ser trasladado de un tractor a una pulverizadora y a una cosechadora, de acuerdo con las demandas de cada época del año.
Es así que aparecieron soluciones alternativas, desde sistemas mecánicos que se insertan en la columna de dirección hasta aquellos que directamente accionan sobre el volante de la máquina sin requerir la remoción de pieza alguna. Ambas alternativas se basan en el accionamiento de un motor que se acopla a la dirección y es accionado de acuerdo con las señales que recibe de una central de procesamiento.
La posición está determinada por un GPS y es corregida por un sistema complementario que determina la inclinación de la máquina. Se ingresa el ancho de los equipos y una línea de referencia inicial que el sistema toma para trazar líneas paralelas.
El operador toma el control en las cabeceras del lote hasta que el sistema encuentra la nueva pasada respetando el ancho de trabajo del implemento que se introdujo oportunamente. Las empresas comercializadoras de este tipo de equipos, algunos de reciente lanzamiento, esperan una adopción creciente por parte de productores de todo el mundo.
Las ventajas son indudables, ya que al liberar al conductor de la tensión se puede prestar mucha más atención a los sistemas de calibración, monitoreo y control que dotan a las modernas pulverizadoras, cosechadoras y tractores.
Por otra parte, la eliminación de la superposición entre pasadas implica considerables ahorros en semilla, fertilizante, agroquímicos y combustible.
Jorge Hilbert
Especial para Infocampo
