La enfermedad -que estaba limitada a África y Asia- fue detectada a mediados del 2004 en Brasil y tuvo una rápida expansión entre las quintas del Estado de Sao Paulo.
Si bien hasta el momento no fue detectada en la Argentina, su poder de propagación, sumada a la presencia en nuestro país de uno de sus vectores (las chicharritas), impulsaron a las autoridades sanitarias a requerir de las denuncias.
Este pequeño insecto -que mide de 3 a 4 mm- “es capaz de portar en su cuerpo la bacteria causante de la enfermedad y transmitirla a plantas sanas”, advirtió a Infocampo la especialista Norma Costa, de la Estación Experimental Agropecuaria del Inta Concordia.
La experta explicó que la rápida detección del vector o las manifestaciones ayudaría a mitigar los daños, por lo que recomendó a los productores que estén alertas a posibles síntomas, como el amarilleo de las hojas (generalmente aparece en una rama o gajo distinguiéndose de las demás no afectadas) o frutos deformados y asimétricos, de tamaño reducido y semillas abortadas.
También, internamente, el fruto puede presentar diferentes grados de maduración (lados oscuros y amarillos y otros verdes); en la cáscara pueden aparecer pequeñas manchas circulares verde-claras en contraste con el verde del fruto y, en algunos casos, el albedo (la parte blanca de la cáscara), se presenta con espesura mayor de la normal.
La resolución 458 puntualizó que la denuncia, obligatoria dentro de las 24 horas de la detección, deberá realizarse al Sistema Nacional de Vigilancia y Monitoreo (Sinavimo) del Senasa.
Esta medida “tiene por fin que se adopten los recaudos necesarios y se ordenen las medidas de ejecución obligatoria, pudiendo interdictar, disponer cuarentenas, decomisar, delimitar y/o establecer otras acciones”, destacó el Senasa, para agregar que está en vigencia el Programa de Vigilancia y Detección Precoz con inspección en los puntos de ingreso en el país.
La enfermedad -que estaba limitada a África y Asia- fue detectada a mediados del 2004 en Brasil y tuvo una rápida expansión entre las quintas del Estado de Sao Paulo.
Si bien hasta el momento no fue detectada en la Argentina, su poder de propagación, sumada a la presencia en nuestro país de uno de sus vectores (las chicharritas), impulsaron a las autoridades sanitarias a requerir de las denuncias.
Este pequeño insecto -que mide de 3 a 4 mm- “es capaz de portar en su cuerpo la bacteria causante de la enfermedad y transmitirla a plantas sanas”, advirtió a Infocampo la especialista Norma Costa, de la Estación Experimental Agropecuaria del Inta Concordia.
La experta explicó que la rápida detección del vector o las manifestaciones ayudaría a mitigar los daños, por lo que recomendó a los productores que estén alertas a posibles síntomas, como el amarilleo de las hojas (generalmente aparece en una rama o gajo distinguiéndose de las demás no afectadas) o frutos deformados y asimétricos, de tamaño reducido y semillas abortadas.
También, internamente, el fruto puede presentar diferentes grados de maduración (lados oscuros y amarillos y otros verdes); en la cáscara pueden aparecer pequeñas manchas circulares verde-claras en contraste con el verde del fruto y, en algunos casos, el albedo (la parte blanca de la cáscara), se presenta con espesura mayor de la normal.
La resolución 458 puntualizó que la denuncia, obligatoria dentro de las 24 horas de la detección, deberá realizarse al Sistema Nacional de Vigilancia y Monitoreo (Sinavimo) del Senasa.
Esta medida “tiene por fin que se adopten los recaudos necesarios y se ordenen las medidas de ejecución obligatoria, pudiendo interdictar, disponer cuarentenas, decomisar, delimitar y/o establecer otras acciones”, destacó el Senasa, para agregar que está en vigencia el Programa de Vigilancia y Detección Precoz con inspección en los puntos de ingreso en el país.
La enfermedad -que estaba limitada a África y Asia- fue detectada a mediados del 2004 en Brasil y tuvo una rápida expansión entre las quintas del Estado de Sao Paulo.
Si bien hasta el momento no fue detectada en la Argentina, su poder de propagación, sumada a la presencia en nuestro país de uno de sus vectores (las chicharritas), impulsaron a las autoridades sanitarias a requerir de las denuncias.
Este pequeño insecto -que mide de 3 a 4 mm- “es capaz de portar en su cuerpo la bacteria causante de la enfermedad y transmitirla a plantas sanas”, advirtió a Infocampo la especialista Norma Costa, de la Estación Experimental Agropecuaria del Inta Concordia.
La experta explicó que la rápida detección del vector o las manifestaciones ayudaría a mitigar los daños, por lo que recomendó a los productores que estén alertas a posibles síntomas, como el amarilleo de las hojas (generalmente aparece en una rama o gajo distinguiéndose de las demás no afectadas) o frutos deformados y asimétricos, de tamaño reducido y semillas abortadas.
También, internamente, el fruto puede presentar diferentes grados de maduración (lados oscuros y amarillos y otros verdes); en la cáscara pueden aparecer pequeñas manchas circulares verde-claras en contraste con el verde del fruto y, en algunos casos, el albedo (la parte blanca de la cáscara), se presenta con espesura mayor de la normal.
La resolución 458 puntualizó que la denuncia, obligatoria dentro de las 24 horas de la detección, deberá realizarse al Sistema Nacional de Vigilancia y Monitoreo (Sinavimo) del Senasa.
Esta medida “tiene por fin que se adopten los recaudos necesarios y se ordenen las medidas de ejecución obligatoria, pudiendo interdictar, disponer cuarentenas, decomisar, delimitar y/o establecer otras acciones”, destacó el Senasa, para agregar que está en vigencia el Programa de Vigilancia y Detección Precoz con inspección en los puntos de ingreso en el país.
