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Explosiva trama social

Indígenas despojados, "brasiguayos" indocumentados, trabajadores esclavos y campesinos sin tierra conforman un rompecabezas rural difícil de armar, que podría complicar la futura integración del Mercosur.

Indígenas despojados, "brasiguayos" indocumentados, trabajadores esclavos y campesinos sin tierra conforman un rompecabezas rural difícil de armar, que podría complicar la futura integración del Mercosur.
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Con la complicidad de autoridades fronterizas argentinas y brasileñas, Paraguay se transformó en el gran portal del contrabando del Mercosur. Por allí pasan semillas transgénicas y cargamentos de soja que buscan llegar a puertos del Brasil para ser exportados sin pagar retenciones. El diario ABC Color denunció la existencia de una mafia de suboficiales que trafica desde armas hasta marihuana en zonas rurales fronterizas, y la Asociación Rural del Paraguay tiene evidenciasLa población rural paraguaya (43,3% del total) enfrenta situaciones sociales endémicas que jaquean cualquier intento de incrementar la productividad agropecuaria.

Un eje de la problemática social son los brasiguayos, término que la prensa y el gobierno de Paraguay usan para designar a unas 300.000 personas de ascendencia brasileña -que ocupan 1,2 M de hectáreas cultivables- y que en su gran mayoría (75%) son indocumentadas.

La mecanización y la expansión de la frontera agrícola del Brasil en los años 70 empujó a miles de campesinos hacia Paraguay, donde se transformaron en una suerte de “palestinos” sudamericanos. Debido a la ausencia del estado paraguayo en las áreas rurales de frontera, los brasiguayos construyeron sus propios colegios y organizaron sus comunidades, con sus servicios de salud y seguridad pública. Esto último genera problemas: recientemente, en el distrito de Vaquería, dos campesinos murieron como consecuencia de un enfrentamiento entre labradores locales y brasiguayos.

Los “sin tierra” son otro de los ejes del conflicto rural. Se estima que hay 250.000 campesinos en esa condición, que constantemente usurpan fincas y terrenos, y piden una reforma agraria efectiva. Días atrás, una avanzada de los “sin tierra” ocupó por la fuerza una finca de 800 has. perteneciente al Banco Sudameris de Paraguay, para instalar allí a 350 familias. Un tercer eje del entramado rural es la problemática indígena. Recientemente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos sentenció al estado paraguayo a restituir a los indígenas enxet de la comunidad Yakye Axa más de 18.000 has de la Región Occidental, que reclaman como parte de su territorio ancestral. La sentencia conminó al Estado a comprar esas tierras a su dueño -un empresario- y otorgárselas a los indígenas.

El cuarto eje es el trabajo esclavo, denunciado este año por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Interrogado sobre el trabajo forzado, Emilio Gardel Codas, directivo de la Asociación Rural del Paraguay, declaró: “Eso no corre más. Eso ocurrió hace tiempo”. Sin embargo, reconoció que en muchos casos se paga a los trabajadores con ropa y comida.

Sebastián Masana | Especial para Infocampo

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