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Los brasileños quieren redefinir el Mercosur

Miles de productores se movilizaron en 13 estados. Un clamor popular diferente

Miles de productores se movilizaron en 13 estados. Un clamor popular diferente
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El “poder agropecuario” brasileño, cuya capacidad de lobby disminuyó con la asunción al poder de Lula da Silva en 2003, busca recuperar poder político. Redefinición intra-Mercosur.

Las movilizaciones agropecuarias masivas que tuvieron lugar este mes en trece estados brasileños, en las que participaron 50.000 productores, representaron mucho más que un simple pedido de ayuda gubernamental ante la caída de la rentabilidad causada por problemas climáticos, bajos precios y alzas en los costos de los insumos.

Demostraron que el lobby agropecuario, cuya influencia disminuyó con la llegada al poder de Lula da Silva, en 2003, sigue vivito y coleando, y busca una mayor tajada de poder. Estas forzaron a Lula a recibir en el Palacio de Planalto al presidente de la poderosa Confederación Nacional de Agricultura (CNA), Antonio Ernesto de Salvo, junto con los presidentes de las Federaciones de Agricultura de los trece estados movilizados.

Durante la reunión presentaron a Lula un petitorio con cuatro puntos, tres de ellos de carácter financiero: la asignación de u$s 1.000 millones al presupuesto destinado a los créditos de soporte y comercialización agropecuaria; la prórroga de los préstamos del Programa de Saneamiento de Activos, y el otorgamiento de créditos subsidiados para refinanciar las deudas de los productores con los proveedores de insumos y maquinarias. La situación no es nueva: en los últimos diez años, el lobby agrario impuso al gobierno brasileño, en cuatro ocasiones, la renegociación de las deudas de las grandes empresas del sector. La última vez fue en 2002, antes de la asunción de Lula. Comprender cómo opera el “poder agropecuario” brasileño es importante para los analistas y productores argentinos, ya que el cuarto punto que la CNA presentó a Lula fue la suspensión (o establecimiento de cupos) a las “importaciones predatorias” de arroz, trigo y maíz provenientes del Mercosur. “Cuando se creó el Mercosur, Brasil era deficitario en varios productos de los cuales hoy se autoabastece”, señalan los productores. “Hay que actualizar los acuerdos”, agregan, no sin razón. En ese sentido, Lula deberá optar por mantener la vigencia de los acuerdos del Mercosur, o ceder ante las presiones internas. La política exterior argentina ofrece a los votantes brasileños una imagen confusa sobre la voluntad local de desarrollar el Mercosur.

El lobby brasileño

Mientras la “bancada ruralista” presiona en el Congreso, la Confederación Nacional de Agricultura organiza cortes de rutas y tractorazos. Ambos toleran o encubren a los paramilitares de la Unión Democrática Ruralista, que asesinan impunemente a campesinos, indígenas y “sin tierra”. El “poder agropecuario” brasileño se asienta sobre tres pilares que actúan en forma más o menos coordinada: la Unión Democrática Ruralista (UDR), la Confederación Nacional de Agricultura (CNA) y la llamada “bancada ruralista” en el Congreso.

La UDR es una organización de grandes fazendeiros de derecha, que surgió en 1985 como reacción ante el intento del presidente José Sarney de introducir una suerte de reforma agraria.

Sebastián Masana

Especial para Infocampo

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