“Trajimos a 11 empresas y una oficina de desarrollo municipal”, describió Héctor Barrionuevo, funcionario del Ministerio de la Producción de Santa Fe, al contingente que albergó en el stand institucional en Ribeirao Preto. En rueda con Infocampo, algunos de ellos contaron sus experiencias en Brasil. Por ejemplo, Ricardo Zanni, director de Sinfines Fas, recordó aquella delegación de Argentina ’87 “que fue durante la administración de Alfonsín, en el ’86, la primera avanzada industrial argentina por estos lados”. Y agregó que “hoy los negocios se arman por una diferencial cambiaria. Por eso, los proveedores deben tener la flexibilidad de facturar en dólares o reales”. Oscar Dichiara, de las pulverizadoras Davilor, enfatiza que “hay que pensar en productos que este mercado necesite, porque para importar hay un 25% que se va en fletes e impuestos”. Por su parte, Fabián Bustamante, de Plyrap, se lamenta que la Argentina “carezca de políticas de Estado para impulsar las exportaciones”. Que serviría para discutir no sólo sobre las asimetrías. “Muchos de nuestros productos están esperando que se agilice la inscripción en los registros, que viene tan demorada que uno no puede dejar de pensar que son verdaderas barreras paraarancelarias”, señaló Sergio Fiadino, vicepresidente de Alquimia, una empresa de fertilizantes biológicos que en el ’97, en su rubro, exportó más que Cargill.
Osvaldo Acastello es un empresario que proviene de Rafaela (Santa Fe) ciudad cuyo modelo exportador es elogiado por muchos. Para él “tenemos dos problemas: uno es la falta de políticas exportadoras. Y la otra es que el Mercosur fue producto de una decisión política. Y se pensó que con eso bastaba”. Luego de 25 años de estar exportando al mundo aconseja “hay que vender en Brasil, no a Brasil”.
A su turno, Marcelo Lizziero, de Rumitag, metido de lleno en la identificación animal advierte que “este es un mercado complicado. Aquí se ha bastardeado el tema de la trazabilidad”. No obstante, recuerda que en Brasil ya tienen unos 12 M de cabezas con identificación y que el impulso en este país se debe al diferencial de precio. “Se paga unos 0,15 $/kg a favor de los trazados”.
Más allá de estas cuestiones, nadie está pensando en abandonar la lucha por posicionarse en este mercado. Es más, los comentarios hacen centro en las asignaturas pendientes que mantiene la Argentina. Como lo señaló Barrionuevo, “en Santa Fe, hay 1.000 empresas con capacidad exportadora. Sin embargo, unas 300 son las que están exportando”. Y habrá que analizar el porqué.
“Ser parte del paisaje”
Luis Dadomo es un caso paradigmático entre los empresarios argentinos que está en Brasil. Hace seis años se instaló en Pontagrossa, estado de Paraná, con una fábrica que ofrece al mercado unas 100 pulverizadoras autopropulsadas por año. Con 100 empleados y un crecimiento asegurado, no obstante afirma que “todavía no somos parte del paisaje”. Instalado en un stand propio en Agrishow le advierte a Infocampo que “las inversiones que venimos haciendo aquí salen de la Argentina”. En los últimos tres años vendió en el mercado brasilero unas 200 máquinas contra las 500 pulverizadoras que comercializó en el 2004 en la Argentina. “En nuestro país, más que reindustrializar, hay que reargentinizar”, piensa sobre las cuestiones pendientes en nuestro país. Y cuando se le pregunta qué hay que hacer para vender en este mercado no duda: “hay que instalarse, transformarse en un brasilero y actuar con seriedad. Admiten nuestra calidad, pero nos desconfían mucho”. Por ahora, siguirá yendo y viniendo entre ambos países.
