Pero son diversas las situaciones que afectan a las zonas rurales y no puede hablarse, por lo tanto, de una sola causa de la inseguridad ni mucho menos, de una sola respuesta para afrontar el problema.
Robo de materia prima agrícola. Esta modalidad tiene como protagonistas a quienes podríamos llamar “nuevos ladrones” o “ladrones ocasionales”. Son los que ven una oportunidad económica en el robo de frutos para venderlos a acopiadores a quienes poco les importa el origen de éstos. Los roles
positivos y negativos se reparten entre productores, cosechadores, acopiadores, adquirentes e industrializadores. Mientras que en el rol de control la policía aparece en el último lugar, habida cuenta que aparece, en principio, un problema más cercano a la deslealtad comercial que al delito clásico que enfrenta a policías con ladrones. De igual modo, resulta improbable una prevención policial si antes no hay una regulación de la actividad económica, que permita saber cuánto se produce, cuándo y desde dónde sale, dónde se vende y qué se produce con esos frutos.
Robo de ganado. Es el, hasta ahora, delito típico de las zonas rurales. Es el hurto de ganado en propiedades rurales lo que ha quedado opacado por otro tipo de actividades delictivas aquí descriptas.
Robo de caballos. Si bien debe considerarse parte de lo que ya denominamos como abigeato, debe abordarse hoy en día por separado, teniendo en cuenta la importancia que este delito viene adquiriendo en nuestra provincia. Hay dos modalidades de hurto de caballos: el realizado por personas que son conocidas del propietario y con la posibilidad de competir comercialmente con él, y la perpetrada por bandas ajenas al lugar.
Robo de maquinaria. Las distancias y soledades del campo, como asimismo el hecho de que muchos propietarios no residen en la zona de producción, habilitaron en los últimos tiempos un delito que se reprodujo en todo el país y que tiene como base el robo de maquinarias agrícolas y tractores.
Robos a viviendas rurales. Mientras tanto, diversos factores han influido para que en las zonas rurales se produzcan traumáticas y violentas situaciones. Una de ellas es que en estos lugares sus habitantes no están preparados para prevenir el delito: sus viviendas carecen de rejas y alarmas, la costumbre lleva a una vida de confianza que permite dejar las puertas abiertas, las cosas valiosas a mano. Mientras tanto, la erradicación de viviendas precarias en los años 90 llevó a personas ajenas a ese modo de vida a ser introducidas al panorama rural. En tanto, el abordaje del delito en las zonas densamente pobladas produjo un corrimiento de la actividad delictiva hacia el interior.
Gabriel Conte
Subsecretario de Relaciones con la Comunidad Gobierno de Mendoza
Especial para Infocampo