Jorge Ingaramo, director de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, manifestó su preocupación por la delicada situación que atraviesa el campo y, a diferencia de muchos actores del sector económico, reconoció que las retenciones deben ser eliminadas porque le quitan rentabilidad al sector. “Se dieron vuelta los precios y una carga tributaria que, con una soja de 210 dólares era tolerable, hoy se transforma en bastante gravosa y afecta particularmente a los cultivos de menor valor unitario, como el trigo y el maíz”. Así, expuso que estos cultivos están ingresando a la zona de quebranto debido a la alta presión tributaria y a los bajos precios que soportan. “Estamos viendo que hace falta alguna decisión de tipo político para ir modificando esta ecuación de precios”, destacó.
Daniel Díaz, conductor de Infocampo, informó que, según un estudio realizado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el productor sojero sólo recibe el 44% del precio de exportación. Ingaramo agregó a esto, que casi el 70 % de esa presión tributaria está dada por las retenciones a las exportaciones. “Después tienen que pagar todos los otros impuestos nacionales, provinciales y municipales, muchos de ellos bastante distorsivos”, observó.
Asimismo, Díaz consideró que el sistema impositivo argentino es claramente “irracional” y sostuvo que la única salida en este momento para los productores es producir más, aunque al final de la cosecha, quede menos plata en su bolsillo . “Me pregunto qué va a pasar en la campaña que viene con el maíz”, agregó.
Ingaramo expuso al respecto que el maíz “es un caso bastante dramático”, ya que se trata del cultivo que más exige en el momento de la siembra desde el punto de vista financiero. Así, explicó que tiene un “paquete tecnológico” que hace que requiera más dinero que cualquiera de los otros cultivos principales, por lo que aquí ha sido realmente notoria la gran caída de precios. Por otro lado, informó que el productor ha sufrido una terrible decepción ya que, desde el momento en el que realizó la siembra, hasta hoy, observó una caída de precios de casi 25%. “La sensación es que habrá un cosechón de maíz y no se sabrá qué hacer con él”, manifestó. Así, expuso que si bien el maíz tiene muchos usos, básicamente en la alimentación ganadera, habrá 4 M de toneladas para repartir entre las diversas utilidades. “Aunque la ganadería aumente 20% su demanda de maíz, son 900 mil toneladas solamente, con lo cual todavía quedan 3 M que no se sabe qué hacer”, agregó. Consideró que es necesario corregir esta situación ya que el quebranto financiero comienza a sentirse a partir de los 80 quintales por hectárea y, teniendo en cuenta que el promedio nacional estará en 70 quintales por hectárea, son muchos los que no llegarán a ese nivel, por lo que se encontrarán en una situación de quebranto que seguramente les complicará la disponibilidad de capital de trabajo para iniciar la próxima siembra.
Por su parte, Víctor Trucco, presidente honorario de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, manifestó que “a mi lo que me motivó a escribir algo y hacerlo circular, es que más allá de todo el enfoque y de los números, nosotros hemos aceptado ciertas cuestiones de fondo que no corresponden”.
Consideró que hablar de retención no es correcto desde un primer momento “porque no se retiene a cuenta de nada”. Sostuvo que se trata de un tributo como el que se cobraba en la época feudal y hasta hace poco en China, en el cual el productor le debe dar una parte de su producción al estado, independientemente de que tenga o no rentabilidad. En este sentido, declaró que “tenemos que sacar eso y creo que como es un impuesto que no se cobra en ninguna parte del mundo debe haber otra manera de financiarse”.
“Se debería haber usado mejor la época de las vacas gordas”
El licenciado Ingaramo explicó por su parte que no existe, desde la macroeconomía, otra manera de financiar el déficit fiscal. Así, consideró que “se debería haber usado mejor la época de las vacas gordas cuando había más recursos y los precios internacionales estaban mejor, para empezar a hacer política de largo plazo y ver qué forma había para utilizar mejor los recursos del fisco”. Comunicó que el gasto aumentó lo que significa que, mientras que el gobierno decía que no se podían bajar las retenciones, gastaba a cuenta. “Ahora tenemos una situación en la cual el gasto es más alto”, agregó. “Por supuesto que es justo que la gente que trabaja en el Estado gane mejor pero, evidentemente, cuando hay mala o distorsiva financiación, no hay ninguna discusión de que tendría que haberse evitado cualquier aumento del gasto público, que fue financiado con retenciones sabiendo que después en algún momento iban a tener que bajarlas”. Para Ingaramo, es inevitable que el gobierno piense en bajar las retenciones, si bien debe pensar cómo hacerlo. Consideró que si los números no cierran tendrán que bajarlas de todas maneras ya que la pérdida de la renta implicará que, en lugar de 3 mil M de dólares disponibles para gastar en el campo habrá apenas 800 M, lo que implicará una caída clara y evidente de los niveles de actividad económica en el interior del país. “Se van a vender menos cosechadoras, menos tractores, pero también menos autos, menos casas, menos turismo, menos finanzas, menos todo”, destacó. “No hay ninguna duda de que tampoco van a poder seguir viviendo permanentemente a cuenta de la renta agraria. Porque la retención se recauda fácil, lo que no se corrige fácil es el efecto de la falta de renta”.
¿Castigo para el campo?
Horacio Esteban, columnista de Infocampo con Daniel Díaz , manifestó que si bien existen otros sectores que, conjuntamente con el campo, han tenido buena rentabilidad luego de la devaluación, éstos no fueron castigados con retenciones o impuestos distorsivos. “¿No hay acá cuestiones ideológicas que lamentablemente conspiran contra el desarrollo de la Argentina y nos ponen en esta antinomia permanente?”, se preguntó.
Trucco manifestó al respecto que “justamente a eso apunto”. Así, expuso que el turismo se benefició, lo que incidió en el costo de los hoteles, que aumentó, mientras que comer en los restaurantes argentinos también es más caro porque concurren extranjeros. Sin embargo, nadie castigó a estos sectores.
“Lo que yo creo es que nosotros tenemos que cortar este estigma que hay, llamado por algunos `la tentación del bien´, donde los funcionarios saben lo que le conviene a todo el mundo y como un gran padre distribuyen”, opinó. Agregó que la Argentina posee un sector agropecuario moderno y desarrollado. “Nosotros necesitamos un país fundamentalmente para que se cree valor y se desarrolle”, destacó. “Tenemos que crecer y también crecer para afuera, no puede ser un mercado interno”. En este sentido, consideró que si hay un área que tiene posibilidades de expandirse es justamente la producción de alimentos. Para realizar este desarrollo, opinó que “hay que darse cuenta a tiempo” ya que hay muchas soluciones posibles. “Si nosotros no asumimos las razones de nuestro problema siempre vamos a estar cayendo en el mismo lugar”, concluyó.
Verónica Scornik
vscornik@infocampo.com