A partir de este proyecto, se abre un abanico aún impredecible de beneficios para la humanidad en general, que podrían derivar del éxito científico del Tambo Farmacéutico, que el laboratorio está desarrollando desde hace 8 años.
Daniel Díaz, desde Infocampo con Daniel Díaz, se comunicó con Marcelo Criscuolo, ejecutivo de Biosidus, a fines de conocer más detalles sobre la alternativa productiva que no sólo beneficiará la salud sino que también será una fuente interesante de ingreso de divisas.
“Muchos están diciendo que puede ser formidable poner en manos de toda la gente algo tan necesario como es esta hormona que, entre otras cosas, puede generar un retardo en el envejecimiento y también terminar con temas como el enanismo”, expuso Criscuolo. Asimismo, manifestó que Biosidus es una compañía farmacéutica, por lo que el objetivo de toda la tecnología que utiliza es la fabricación de medicamentos. “Actualmente fabricamos hormonas de crecimiento a través de bacterias, a las cuales se les agrega el gen humano o sea la información para crear hormonas de crecimiento humano”, explicó. “Después esas bacterias crecen en sistemas y se hace hacer esa proteína, la hormona de crecimiento. Finalmente, se les extrae la proteína y con eso se fabrican los medicamentos”. Criscuolo explicó que esa es la tecnología clásica de los 90´ pero que, en este momento, Biosidus ha dado un paso más adelante, buscando un sistema más productivo, que posee “un sistema de delivery muy bueno”, constituido fundamentalmente por la vaca. “En vez de hacer que una bacteria produzca la hormona de crecimiento humano, conseguimos vaquitas a las cuales le hemos insertado la información para hacer la proteína humana y le hemos indicado que ese gen funcione solamente en la glándula mamaria, de manera que el producto sea secretado con la leche”, expresó. “Simplemente ordeñándolas, esta razas de vaquitas nos dan en la leche un alto contenido de esta proteína humana; la leche es un vehículo que se lleva al laboratorio y de ahí se extrae la proteína con la que se fabrican los medicamentos”.
Expresó que, hasta ahora, lo que se hacía era obtener animales femeninos y clones de los mejores productores de esta hormona a través de técnicas de clonación y transgeniticidad. “Una vez obtenido un animal de elite , una vaca muy buena productora, hicimos otra técnica porque evidentemente para hacer un animal nuevo, de reposición en el tambo, había que hacer todas las etapas inmunológicas, con todos los costos que esto significa”. Agregó que esto cambió a partir del nacimiento de Pampa Mansa, un animal de elite que produce más de siete gramos por litro de hormona de crecimiento humano en su leche. De esta manera, se logró embarazarla por un sistema de superovulación, se obtuvieron terneros y ahora existe Pampero, un ternero transgénico, hijo de Pampa Mansa, que en todo su sistema lleva la misma información que tiene Pampa Mansa. Así, Criscuolo explicó que en su esperma también la lleva, por lo que no es necesario seguir utilizando el laboratorio. “Simplemente utilizando el esperma de Pampero uno puede hacer un montón de individuos productores, prácticamente los que quiera”, destacó. “Evidentemente, obtendrá de la cría machos y hembras y, de las hembras, la mitad van a ser transgénicas y productoras con la misma calidad que Pampa Mansa”.
Para Díaz, estos avances modifican la visión que uno tiene de los animales mismos ya que, al observarlos, uno no evalúa solamente la posible producción de carne o de leche sino que ve que estos animales están aliviando a la salud humana, lo que constituye una forma de agregarles valor.
“Exactamente lo que nosotros vemos en este momento es que esta vaca o este rebaño, o este tambo, es un sistema de producción, son biorreactores funcionando en la industria farmacéutica”. Así, expuso que si bien una bacteria también es un biorreactor, lo que se hace es aprovechar la enorme diferencia de tamaño que existe entre una vaca y una bacteria. Por otro lado, aclaró que al finalizar el proceso de producción de la bacteria, ésta es llevada a un aparato donde se produce la lisis de la bacteria, su muerte y posterior extracción de la proteína. En cambio, adoptando la modalidad que propone Biosidus, el biorreactor -la vaca- se preserva, solamente se la ordeña.
En cuanto a los costos que tuvo que afrontar Biosidus para realizar la clonación animal, Criscuolo explicó que para clonar a un animal es necesario montar una gran infraestructura y también tener gente entrenada durante años en las técnicas de biología molecular. “En este momento, nosotros tenemos alrededor de unos veintipico de animales en nuestro tambo farmacéutico”, comentó, “y este proyectó demandó desde 1997 hasta hoy más de 6 M de dólares”
Con vistas al futuro
El segundo paso de Biosidus será repetir este mismo proceso pero para producir leche portadora de insulina. Criscuolo manifestó que existe una gran cantidad de patologías que requieren medicamentos y la empresa apunta al tipo particular que requiere grandes cantidades de un mismo medicamento para los efectos biológicos del ser humano con un tratamiento crónico. Así, explicó que por ejemplo, para un niño con déficit de hormona de crecimiento, es decir con un enanismo, el tratamiento tradicional durará no menos de 4 o 5 años con altos costos y una gran necesidad del producto. Lo mismo con la insulina para tratar la diabetes, una enfermedad crónica con alta cantidad de producto requerido por día. “Esta manera abarata el costo del medicamento”, explicó.
Respecto a otros nuevos desafíos, Criscuolo afirmó que, en función del dominio que tiene actualmente Biosidus sobre determinados procesos, es posible pensar en el largo plazo en animales que produzcan leche con características diferenciadas o bien que sean resistentes a enfermedades como puede ser el caso de la aftosa o la tuberculosis. “Nosotros estamos usando todas estas técnicas para la industria farmacéutica”, sostuvo, “ahora se están evaluando una serie de cosas novedosas”. Así, expuso que la leche humana por ejemplo, tiene una proteína llamada lactoflavina que es muy útil, ya que es la proteína que secuestra hierro. “En general, la naturaleza prepara que la madre amamante y le de esa proteína al bebé, porque esta proteína secuestrando el hierro disminuye la posibilidad de proliferación de una serie de bacterias patógenas en el bebé que necesitan hierro para vivir”. Criscuolo explicó que estas bacterias darían las famosas diarreas estivales o sea que se obtendría un sistema general excelente para proteger a los bebés de las diarreas estivales por el amamantamiento de la madre.
Finalmente, manifestó que la aplicación de esta tecnología en la Argentina se debió a la conjunción de dos factores. Por un lado, existió una empresa que se dedicó a invertir en tecnología dentro del país y, por otro, una gran cantidad de recursos humanos buenos. “Nosotros hicimos la parte de biología molecular”, dijo, “después nos encontramos con un know how de campo en el área bovina, espectacular. La Argentina tiene un know how en superovulación y en manejo de animales realmente muy bueno. Este proyecto en Francia era mucho más complicado”.