En el balance de 2004 uno de los sectores que realmente dio un salto cuali-cuantitativo fue el avícola, que aportó 340 millones de unidades al mercado interno y la exportación.
Esta cifra representa un crecimiento del 21 por ciento en comparación con lo producido en 2003, y está basada en la recuperación del consumo interno y el incremento exponencial de las exportaciones, con la conquista de nuevos mercados.
De un panorama desolador en 2001 -cuando casi todas las empresas avícolas estaban al borde de la quiebra- a la actualidad, la historia es realmente otra y el sector está convencido de que conquistará el 5 por ciento del mercado mundial en tan sólo una década.
Alentados por la nueva realidad post-devaluación y los pronósticos macroeconómicos que auguran una duplicación de la producción en pocos años, el conjunto de la cadena aviar está realizando inversiones que implican desde la construcción de galpones de cría y máquinas incubadoras, hasta cámaras frigoríficas.
Sin dudas, el motor principal de este proceso de expansión fueron las exportaciones, que en 2004 rondaron las 97.400 toneladas, un volumen 61 por ciento superior a las de 2003, por un valor de 100 millones de dólares.
Las colocaciones externas se vieron favorecidas por la influenza aviar registrada en Asia y Estados Unidos, que provocó la apertura de nuevos mercados para la Argentina: mientras que en 2000 sólo 10 mercados deseaban nuestros pollos, en la actualidad son 44 países los que degustan nuestras carnes aviares.
Otro de los grandes secretos fue la diversificación de las colocaciones. En la actualidad se venden algunas partes del pollo que antes eran desechadas. Por ejemplo, Chile adquiere el 100 por ciento de las plumas para la fabricación de harinas para alimentación de salmones y los países asiáticos demandan las garras del pollo.