¿Qué va a pasar dentro de 10 años respecto al clima? ¿Sequías, inundaciones, lluvias, ácidas? Hoy todos se hacen la misma pregunta y buscan una solución en la Cumbre Mundial de Cambio Climático, que se está desarrollando en Buenos Aires desde el lunes 6 hasta el 17 de diciembre y en la que están presentes más de 140 delegaciones gubernamentales, 17 organismos intergubernamentales y 187 organismos no gubernamentales que discuten cómo llevar a cabo el Protocolo de Kyoto, acuerdo que se firmó en 1997, a través del cual obliga a los países industrializados a reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En contraposición el viernes 3 de diciembre se desarrolló una conferencia de prensa de Internacional Policy Network en la que se expuso su desacuerdo ante la cumbre de la COP 10. Kendra Okonski, directora del Sustainable Development Project manifestó: “de modo perverso las restricciones en las emisiones harán que todos sean más vulnerables a los efectos negativos del cambio climático. Los mismos son más costosos, ejercen poca reacción sobre el clima y la pobreza se extenderá, lo cual es poco representativo del camino hacia el desarrollo sustentable”. De esta manera quedó planteado el tema, por un lado los que, a toda costa, buscan disminuir los GEI y los que advierten que de esta manera no es viable. La realidad es que el cambio climático está afectando ya a las actividades agropecuarias de América Latina. En el primer día de la cumbre de la COP 10, el delegado de Qatar, reclamó a los países industrializados recursos financieros y transferencias tecnológicas para poder adaptarse al cambio climático. “Nuestra prioridad es el desarrollo económico y social y la erradicación de la pobreza. No aceptamos nuevos compromisos”, sostuvo. Los países más perjudicados son los más pobres, el planteo es que sin la ayuda de las potencias mundiales para llevar a cabo los cambios para implementar el Protocolo de Kyoto, que entrará en vigencia en febrero de 2005, gracias a la adhesión de Rusia, es irrisorio esperar que naciones que tienen altos índices de pobreza puedan pensar en un futuro medio ambiente sin contaminación, mientras hoy en día ya lo están viviendo, y pocos son los que hacen algo por mejorarlo.
YANINA OTERO
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