“El trabajo sinérgico entre el sector público y el privado es lo que nos permitirá concretar un proyecto confiable de país. Y ese esfuerzo va más allá del área que hoy me toca dirigir. El esfuerzo es desde el agro para toda la comunidad, y de cada sector para toda la sociedad. Como dice el eslogan del congreso, somos parte de una argentina posible. Quiero agregar que lo somos a través de la construcción de un nosotros”. Estas frases del secretario de Agricultura, Miguel Campos, son una síntesis del espíritu imperante entre los más de 2.500 asistentes que participaron del cierre del XVII Congreso Nacional.
Ese llamado al “nosotros” es quizás el concepto más fuerte que se desprendió luego que Abel Albino, de la Fundación Conin, mostrara en imágenes los efectos de la desnutrición infantil. En un auditorio repleto de empresarios y técnicos exitosos a la hora de producir alimentos, el impacto fue profundizar la sensación que se venía dando desde el inicio mismo, el miércoles pasado, del Congreso: era hora de pasar a la acción.
Durante los días siguientes, el público buscó, entre los disertantes, el cómo. Algunos, como Juan Enríquez (ver recuadro), le apuntaron a la educación.
Otros como James Austin, investigador de la Harvard Business School (EE.UU.), se centró en el rol de las empresas. “Estamos entrando en la era de las alianzas. La modalidad empresarial más poderosa va a ser la colaboración intersectorial. La magnitud de los problemas que enfrentan nuestras sociedades son demasiado grandes para que un solo actor los pueda solucionar. El Gobierno solo no puede resolverlos y la sociedad civil tampoco, así como tampoco los empresarios. Va a ser a través de las alianzas y la cooperación que esto se va a lograr”, aseguró. “Lo que está sucediendo en el mundo empresario es un cambio paradigmático; un cambio en el cual los empresarios están asumiendo un rol más robusto y diferente en la sociedad, en el cual, además de cumplir su rol de productor de valor económico, están cumpliendo una función de productores de valor social”, agregó.
Ampliando el concepto de los beneficios de este rol, Austin apuntó: “Uno de ellos es que esto da una motivación importante a los empleados, quienes se sienten mejor por estar involucrados en actividades sociales. También pueden generar una mayor aceptación por parte de los consumidores y de algunos inversores que privilegian a las empresas socialmente responsables”.
Y contó que “muchas empresas están colaborando y haciendo alianzas con organizaciones sociales de la sociedad civil y del sector público. En algunos casos, en estas alianzas se genera un intercambio de valores en el marco de una colaboración más sustancial. Esto es más significativo tanto para la empresa como para la organización social. En algunas situaciones, la colaboración llega a ser tan estrecha que ambas se integran con mucha fuerza”.
En otro momento de su disertación, Austin remarcó que “hay diferentes grados de intensidad en las alianzas. Los puntos de contacto son valores, estrategias y visiones. Cuando más alineadas sean las alianzas, más valor van a producir tanto para la empresa como para las organizaciones sociales. Se genera más valor cuando cada uno de los socios combinan esfuerzos para crear activos nuevos que capturen todas las energías”.
No obstante aclaró que “estas alianzas sociales no son fáciles de hacer. Hay muchas barreras que pueden impedir estas alianzas; hay muchas barreras, porque las culturas organizacionales de las empresas por lo general son muy diferentes de las culturas de las organizaciones sociales. No hablan el mismo idioma. La manera de tomar decisiones es diferente. Su estilo de operar es distinto. Es casi como ir a otro país y tener que aprender una cultura diferente”, afirmó.
Consciente de este escenario, Campos instruyó a funcionarios de su cartera para que organicen reuniones de trabajo con autoridades de los ministerios de Educación y de Desarrollo Social para elaborar acuerdos y establecer estrategias comunes.
Si tan sólo una parte de los asistentes y disertantes siguen este camino, entonces sí seremos parte de una Argentina posible.
“Hay que educar a los niños”
Esta afirmación la hizo Juan Enríquez-Cabot, un investigador mexicano que se desempeña como director del Life Science Project de la Harvard Business School. “La economía del conocimiento hoy representa las dos terceras partes de la economía mundial. Si no cambian su modo de vida, sus hijos o sus nietos van a tener que trabajar, dos, tres, cuatro veces más para vivir como viven ustedes”, alertó. Como ejemplo señaló que las investigaciones genómicas están generando todos los meses nueva información por un volumen equivalente al de la Biblioteca del Congreso de los EE.UU., la más grande del mundo. “Empiecen a educar a sus hijos en estos temas, porque la educación es el primer paso”, remarcó. Y concluyó diciendo que “a los países que entiendan estos cambios en las formas de producción les va a ir mejor que a los que no lo entiendan. Tiene que haber conciencia de que si hay un genio en un pueblo pobre, a ese chico lo tenemos que tratar como si fuera un jugador de la Selección nacional. Es fundamental hacer un inventario de dotados, saber quiénes son, dónde están y qué vamos a hacer con ellos”.
Por Daniel Díaz
Editor Infocampo
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