Pensamos que el número de tambos quedará estabilizado en 11.000, después de la desaparición de entre 5.000 y 6.000 establecimientos en los últimos años y una pérdida de stock ganadero de entre 500.000 y 700.000 animales”, señaló Carlos Corbellini, del Proyecto Lechero del INTA Pergamino, en el Congreso de Aacrea.
Las cifras, que fueron pasando ante un auditorio atónito, reflejan no sólo la situación actual de la producción láctea en nuestro país, sino también el cambio de escenario para todos los productores que abandonaron la actividad.
Según el técnico, esperan una recuperación del stock lechero y calculan que rondará los 2 millones de cabezas. Asimismo, un crecimiento de la exportación de 20%, estimándose cerrar el 2004 con más de 9.000 millones de litros de leche. (Ver nota pag. 9.)
En este escenario de crecimiento estimado en 3% como mínimo y 5% como máximo. “Estaríamos saturando la capacidad instalada de industrialización hacia el 2007 o el 2010.
Entre los principales desafíos, Corbellini, enfatizó en la necesidad de encarar las negociaciones para incrementar la exportación. “Tenemos que pelear por mercados extra Mercosur y mirar con mayor atención China, Africa del Norte y Oriente Medio como los principales candidatos.”
La sanidad es para el investigador otro de los puntos primordiales para crecer y para la posible satisfacción de los mercados internacionales. “Debemos encarar seriamente la erradicación total de la brucelosis y la tuberculosis de nuestros rodeos lecheros, sin crear circuitos paralelos de venta de leche de animales infectados”, indicó.
Mencionó, además, que por ahora “la leucosis bovina es sólo una barrera comercial en la venta de animales en pie. En cuestiones de comercialización internacional, estas enfermedades pueden llevar a la imposición de restricciones y recién luego se ofrezca la vacuna a los países en vías de desarrollo.
En referencia a la calidad de la leche producida, Corbellini aseguró que “si bien mejoró considerablemente en los últimos tiempos, la sanidad es fundamental. Creo que no estamos trabajando lo suficiente como para garantizarla, porque, entre otras cosas, es muy costoso”, puntualizó.
Sobre la trazabilidad, Corbellini, planteó que “no es un fin en sí mismo, sino una herramienta de identificación de origen de una calidad determinada. Esto está al servicio de un sistema de aseguramiento, para lo cual tenemos que cumplir las normas y procedimientos de organismos como la Organización Mundial de la Salud. Combinar las buenas prácticas agrícolas, de manufactura y de higiene”, remarcó.
Para lograrlo, se diseño el método llamado de Análisis de Riesgo y Control de Puntos Críticos. Tendremos que capacitar al personal en sus uso, porque este es un trabajo de cada establecimiento e involucra a todos”, concluyó.