Luego de una década de precios en suba casi permanente, campaña tras campaña, con la excepción de la crisis de hipotecas y financiera en los Estados Unidos durante el 2008 que provocó una baja en caída libre en el precio de los commodities agrícolas, el mercado ha comenzado el 2015 con fuertes bajas en soja, trigo y maíz. A diferencia del 2008 cuando la baja de los precios fue consecuencia de la falta de liquidez en el sistema financiero a nivel mundial, la baja del 2014/15 obedece exclusivamente a factores propios de oferta y demanda. Y quien prendió la mecha bajista fueron los Estados Unidos con una doble cosecha récord simultanea de soja y de maíz. En el caso de la soja, el último informe del USDA estima ahora un volumen de 108 millones de toneladas en la producción de soja americana, suficiente para provocar la destrucción del mercado de Chicago el día posterior al informe.
La fuerte baja sufrida en los precios internacionales de la soja y del maíz, y en el caso del trigo la fuerte baja en el precio del mercado doméstico como consecuencia del cepo exportador aplicado por el gobierno, nos obligan a replantear el futuro del negocio agrícola y comenzar a definir un nuevo modelo productivo y empresario. La renta de triple piso que nos tenía acostumbrado el negocio agrícola durante la década pasada, donde todos ganaban, el dueño el campo, el arrendatario y el gobierno, es un modelo que la realidad actual del sector impide que pueda seguir prosperando. El modelo fue exitoso mientras los precios de los commoditites agrícolas subían año tras año, tapando todo tipo de ineficiencias productivas, y neutralizando el brutal aumento de los costos de producción en dólares que la política de dólar atrasado e inflación en pesos causaba en la estructura de costos. Ahora que se han confirmado las nuevas reglas de juego, mayor atraso cambiario, inflación en el precio y costos de los servicios en pesos, en un contexto de fuerte baja en el precio de la soja y del maíz, el nuevo modelo de negocios obliga a los productores a replegarse y a volver a las fuentes. Los productores con campo propio y que cuenten con un parque de maquinarias eficiente y ajustado a su estructura de producción, van a correr con cierta ventaja con respecto a aquellos productores que necesitan salir a alquilar campos y contratar los servicios a terceros.
Este nuevo año 2015 será el año bisagra y de quiebre entre un sistema productivo basado en precios altos y un nuevo sistema de producción basado en la eficiencia tecnológica, la acertada aplicación del conocimiento y la mayor productividad. Como toda crisis o cambio de paradigmas, el mismo no será abrupto sino que se descuenta será en forma gradual, si lo analizamos desde el punto de vista del macronegocio. Desde el punto de vista de los productores individuales se requiere de un cambio de timón drástico y acertado en aquellas áreas del negocio donde la eficiencia económica y productiva es negativa.
El 2015 será como un desierto… quedarán muchos productores en el camino, el sector perderá capital de trabajo por el orden de los u$s 2,000 millones, los ineficientes desaparecerán, la renta de triple piso no la volveremos a ver por mucho tiempo, mientras el gobierno seguirá recolectando el diezmo de los bolsillos de los productores.
La consigna del 2015 es sobrevivir para poder llegar a la otra orilla, en el verano del 2016, donde las expectativas de cambio que el próximo gobierno genere serán claves para definir el nuevo modelo del negocio. El 2015 será el año del ajuste, y hay que estar preparados mental, tecnológica y productivamente para enfrentar el 2016 sin necesidades financieras y poder a partir de ahí volver a expandir el negocio. Mientras tanto hay que ajustar el cinturón y cuidar muy bien los gastos y las inversiones, como dice un viejo refrán “nadie se fundió por ganar poco”…y yo le agrego: “muchos se fundieron por querer ganar mucho”.