La agricultura en los últimos años ha sufrido un proceso de intensificación muy importante; la siembra directa ha estabilizado los rendimientos, ha facilitado algunos aspectos, pero éstos requieren más insumos y mejor manejo para lograr altos rendimientos. En trigo para alcanzar esta meta es necesaria una gran inversión en fertilizantes, y dicha fertilización debe ser adecuada a los rendimientos esperables en cada zona y con una respuesta económica asegurada.
Los incrementos en la productividad de este cultivo pueden afectarse en parte por el daño producido por las enfermedades. La pérdida puede ser desde unos pocos kilos hasta el cincuenta por ciento de los rendimientos en determinadas ocasiones. Para Santiago Barberis, ATR de la regional Pergamino-Colón de AAPRESID y responsable de una empresa de monitoreo, para disminuir este efecto debe realizarse un manejo integrado que incluya la rotación de cultivos, uso de variedades resistentes o tolerantes de terápicos de semillas y, por último, uso de fungicidas foliares. Éstos tienen un costo que va desde los dos a cuatro quintales por hectárea de trigo, por lo que la decisión de aplicación debe estar bien fundamentada y con seguridad de respuesta económica. Como la distribución, incidencia y severidad de las enfermedades es muy variable, no sólo entre años sino, además, entre lotes, variedades y condiciones ambientales, es necesario conocer la situación puntual de cada lote y hacer un manejo específico. Para eso se deben revisar los lotes en forma individual, sistemática y organizada. El monitoreo consiste en visitas periódicas a los lotes con una frecuencia que depende del estado fenológico del cultivo. El período a monitorear es el estrictamente necesario, donde una aplicación de fungicida tiene una respuesta asegurada. Esta información se vuelca en planillas por lotes, lo que permite tener registrada la evolución de las enfermedades y fecha de los diferentes estados fenológicos del cultivo.
El objetivo de esta práctica es la identificación y cuantificación de las enfermedades
Joaquín Rabasa – Especial para Infocampo
