Estamos convencidos que el cooperativismo y la economía social son las herramientas del futuro para nuestro país. Como productores agropecuarios nos aferramos a ellos con la certeza que constituyen un factor primordial para el crecimiento de nuestras familias y de nuestras explotaciones productivas.
Como argentinos, los valores del cooperativismo nos permitirán, entre otros logros, recuperar la cultura del trabajo con la convicción que debemos salir de un sistema rentista impuesto desde políticas inadecuadas y volver a valorar el esfuerzo personal y la ayuda mutua como premisa educativa y trascendencia comunitaria.
Con esos objetivos trabajamos este año en CONINAGRO.
Nuestras Federaciones responden a actividades agropecuarias diseminadas a lo largo y ancho del país. Muchas de ellas corresponden a las economías regionales que permanentemente sufren la falta de políticas activas y soluciones concretas.
La situación del sector ha producido la pérdida de casi 60 mil productores y la devastación de las poblaciones del interior. A pesar de esta realidad, estamos en condiciones de afirmar que quienes están insertos en el cooperativismo han podido subsistir mejor y encontraron en el sistema un paliativo para soportar las condiciones climáticas adversas sumadas, lamentablemente, a las aludida falta de políticas adecuadas. Y ello es así porque a través de nuestras organizaciones cooperativas de base, los hombres de campo lograron contención en medio de un proceso de deterioro del aparato productivo. Sabemos que hay un menoscabo moral, de desplazamiento y de marginación.
Hay un claro esfuerzo y decisión en crecer, pero se hace muy difícil cuando no se suman políticas de Estado acorde a esa necesidad de invertir más en el sector. Urgen políticas públicas con reglas de juego claras, con previsibilidad y sustentabilidad especialmente para los pequeños y medianos productores. Necesitamos, en definitiva, transformar ese crecimiento en mayor desarrollo.
El campo argentino puede producir el doble, lo que significaría mayores aportes y recursos, potenciándose las posibilidades de mayor actividad económica y consecuente aumento de trabajo y empleo genuino.
Sostenemos desde siempre que nos hay mejor forma de distribuir la riqueza que el salario, y el salario digno solamente podremos alcanzarlo si tenemos condiciones claras de producción y comercialización, sin condicionamientos en el mercado y con transparencia.
Solo con unas pocas medidas y un gran esfuerzo en una primera etapa, podremos recuperar lo que hemos perdido. Si eso se logra, se recuperaría la gente que emigró, la que se vio obligada a salir del circuito productivo y que hoy integra, en muchos casos, los grandes cordones suburbanos.
Pregonamos la necesidad de incentivarla para que vuelva a su hábitat natural de producción y de trabajo.
El mundo está ávido de alimentos. Nosotros tenemos que producirlos, pero también tenemos que ser capaces de incorporar a esa materia prima la mayor cantidad de valor agregado porque eso significará exportar mano de obra. Este es el gran desafío que tenemos y estas son las políticas públicas que necesitamos. Políticas que deben estar consolidadas en un acuerdo, en un compromiso que trascienda y vaya mucho más allá de un partido político.
Trabajamos cada día para que nuestra acción gremial consolide propuestas que puedan ser tomadas como bandera de cualquier político con aspiraciones.
Tenemos una gran responsabilidad a futuro, no sólo para resolver los problemas de nuestra generación, sino para dejar a nuestros hijos un país digno de vivir, trabajar y producir.
*Presidente de Coninagro.
Especial para Infocampo.com.ar