Según las estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, en esta campaña 2021/2022 se sembrarán en nuestro país 6,5 millones de hectáreas de trigo, número similar a la campaña pasada, pero con una perspectiva de rendimientos que podrían estar por encima del ciclo previo. ¿Por qué? Por la disponibilidad del agua ante todo, pero también por el aumento de la fertilización en el cereal.
Según datos provistos por la Asociación Civil Fertilizar durante el último Simposio Fertilidad, en 2020 la Argentina tuvo un nivel récord en el uso de fertilizantes alcanzado los 5.286 millones de toneladas que implicaron un 13% de aumento respecto a las 4,7 millones de toneladas de 2019.
Ese crecimiento se compuso principalmente con 11% más en el uso de nitrogenados, 15% en fosfatos, 4% en sulfatados y 38% en potásicos, donde además “se incrementó un 31% el área fertilizada y un 68% las dosis”.
En este sentido, Gustavo Ferraris quien se destaca en el INTA como especialista en nutrición de cultivos y fertilidad de suelos, afirma que “el trigo es uno de los cultivos más estudiados en la Argentina y el mundo, y de los más exigentes en cuanto a requerimientos de nutrientes con una alta dependencia del uso de fertilizantes”.
Para el investigador, que conversó con el INTA Informa, se combinan varios factores que incrementan los requerimientos, entre ellos, el recambio varietal que desde 2014 elevó mucho los rendimientos y la consecuente demanda de nutrientes: “En la zona núcleo, en pocos años, pasamos de rendimientos alcanzables a campo de 4.000 kilogramos por hectárea a 6.000”.
Pero… no es todo color de rosas, dado que el especialista sostiene que en esta época del año y por las bajas temperaturas y escasas precipitaciones, el proceso de “mineralización de la materia orgánica de los suelos es mínimo, lo que origina una alta dependencia del uso de fertilizantes”.
Diagnóstico
Por todos estos motivos, el diagnóstico de los suelos se vuelve clave a la hora de plantear un producción triguera.
Ferraris recomendó empezar con un análisis de suelos, a la que consideró “una herramienta tradicional” que funciona como el punto de partida para saber cuál es la situación inicial del suelo y los requerimientos específicos. Esto se debe complementar con una enorme gama de tecnologías disponibles de ajuste para usar a lo largo del ciclo.
Hay que “usar todas las herramientas de medición posible para lograr beneficios económicos y ambientales”, señaló el técnico y agregó: “Es la reposición de nutrientes para mantener los niveles de fertilidad en los suelos el concepto clave que difundimos desde el INTA, especialmente para elementos poco móviles y con efecto residual como el fósforo”.
En nitrógeno, recomendó diagnosticar la fertilización mediante la medición del contenido de nitratos en el suelo y, a eso, sumarle una determinada cantidad de fertilizante para llegar a un objetivo de rendimiento. En este punto, explicó que hubo cambios a lo largo del tiempo: “Cuando teníamos el potencial de rendimiento en 4 toneladas ajustábamos a 140 unidades de nitrógeno, entre suelo y fertilizante. Hoy, pasamos a 170-180 unidades”.
Para estar bien preparado para la campaña del cereal, el INTA organizó un ciclo de charlas gratuitas denominadas “El trigo en foco”, dedicadas a profundizar y actualizar las diferentes prácticas para reducir las brechas de rendimiento, de manera sustentable.
La actividad se llevará a cabo el jueves 1ro de julio de 9 a 12 y para una mejor organización se requiere inscripción previa que se puede realizar haciendo click AQUÍ.